jueves, 15 de junio de 2017

PROCESO DE LECTURA DEL HIPERTEXTO

Lo más frecuente es que nuestra lectura esté motivada por un objetivo concreto. Debemos considerar para qué y por qué leemos un texto concreto. Por ejemplo, el equivalente impreso de las páginas colocadas hasta la fecha en la estructura de este curso son varias decenas de miles de páginas. Se incluyen también páginas que responden a varios niveles de dificultad. No se espera que ningún participante en el curso pueda llegar a leerlas.



Leer un hipertexto, por tanto, significa tomar conciencia de lo que se lee y las razones por las que se lee. Los enlaces son opciones, pero no siempre opciones que se deban seguir (esa es la mentalidad del texto impreso). El lector debe decidir, dentro de su comprensión del texto, si necesita o no la información que el enlace promete.

Un buen hipertexto siempre va a proporcionar enlaces para regresar a la página central. Debemos reconocer que todas las lexias son complementarias, pero secundarias y subordinadas al texto central. También debemos recordar que algunas lexias nos pueden llevar a otros textos centrales que a su vez tendrán otros enlaces a sus páginas complementarias.

Leer un hipertexto, pues, es hacer una lectura inteligente en función de nuestros propios intereses como lectores. Leer un hipertexto implica también conocer las normas que lo gobiernan. En realidad, lo mismo que sucede con el texto impreso, el hipertexto requiere ciertos elementos mínimos: orientación, navegación, puntos de inicio y puntos de salida:
Orientación. Aquellos elementos del hipertexto que tienen que ver con estructuras de ubicación, es decir, indicaciones que facilitan –se aseguran– que el lector sepa en todo momento dónde se encuentra en el complejo de lexias de un hipertexto. Por ejemplo, el uso de múltiples ventanas en una página que permite colocar a la izquierda el índice de una estructura concreta. Así también los enlaces que se encuentran a pie de página y que dirigen a páginas centrales.
Navegación. Además de los enlaces que unen a las diversas lexias, todo hipertexto necesita igualmente estructuras de navegación que permitan al lector en cualquier momento y en cualquier lexia que se encuentre, iniciar una secuencia de pasos que le lleven a la lexia que desea leer. En este sentido los enlaces a las páginas centrales y los enlaces a páginas de índices, de temas, o de términos.

Puntos de inicio. Desde la perspectiva del lector, cualquier lexia puede ser el punto de inicio. Es decir, el lector puede llegar a un hipertexto a través de un enlace que encontró en otra estructura hipertextual, y que lo unía con la lexia que era pertinente para aquel hipertexto, pero que puede resultar muy secundaria en la nueva estructura de la cual la lexia forma parte. El autor necesita prever, por tanto, que cada lexia de su estructura puede ser el punto inicial del lector, y estructurar los enlaces en dicha lexia de modo que orienten y permitan la navegación hacia las lexias centrales que fijan los objetivos que el autor desea comunicar a través de su hipertexto.

Puntos de salida. Parte de la esencialidad del hipertexto es la de potenciar un texto abierto. Es decir, que desde una lexia dada el lector pueda tener acceso a otras estructuras de hipertextos. Estos puntos de salida, relaciones complementarias al hipertexto, no deben crear situaciones de rivalidad. El objetivo de comunicación y de comunicar algo que se propone el autor, podría desvanecerse si el lector pudiera, quizás incluso sin percibirlo, trasladarse de un hipertexto a otro. Estos puntos de salida son necesarios y cada vez serán más fundamentales en cualquier hipertexto, pero el autor es quién coloca dichos enlaces y ellos deben estar en función de sus propios objetivos, tanto señalando que se sale de la estructura, como facilitando el regreso a la misma.

Referencia 
http://liiteeratura.blogspot.mx/2013/03/112-proceso-de-lectura-de-hipertextos.html

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